Muchos padres se preguntan si determinados comportamientos, hábitos o estados de ánimo de sus hijos  son normales y propios de la etapa adolescente o si requieren ayuda profesional.

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Algunas manifestaciones propias de ésta etapa.

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• Búsqueda de sí mismo y de la identidad

• Tendencia a pertenecer a un grupo

• Contradicciones sucesivas en las manifestaciones de la conducta, dominada por la acción.

• Duelo por la identidad infantil 

• Tendencia a la fantasía.

• Evolución sexual  para alcanzar la genitalidad adulta

• Separación progresiva de los padres.

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Todo esto es esperable y normal, pero debemos estar muy atentos puesto que es un momento en el que pueden desarrollarse algunas patologías.

Los adolescentes antes de iniciar cualquier proceso, ya sea un trastorno de la conducta alimentaria, una adicción, un estado depresivo, envían señales mostrando que algo no va bien.

 

Señales a tener en cuenta.

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• Bajan repentinamente su rendimiento escolar

• Cambian repentinamente de grupo de amigos

• Modifican abruptamente su aspecto personal

• Cambian los hábitos de higiene

• Se encierran en su habitación más de lo habitual

• Despierta la sexualidad, las relaciones afectivas, pudiendo generar temores y desencadenar fobias, inhibiciones, conductas promiscuas y descuidos.

• Pueden aparecer alteraciones de la conducta alimentaria, comen mucho o muy poco, realizan mucho ejercicio físico, se obsesionan con la estética corporal, con el peso, pasan mucho tiempo en el baño luego de cada comida.

• Pueden aparecer comportamientos temerarios que ponen en riesgo la vida del propio adolescente, por ejemplo, consumo de alcohol, de drogas, peleas callejeras, problemas con la ley, accidentes reiterados.

• Se muestran agresivos de manera constante, contestan de mal modo

• La autoestima puede verse afectada generando la necesidad de aprobación y aceptación de los demás. Muchas veces esto puede llevarlos a realizarse piercings o tatuajes de manera impetuosa, autolesionarse, abusar de sustancias..

 

Es importante estar atentos a estas señales que nos envían nuestros hijos, ya que pueden ser indicios de algún trastorno que no puede ser verbalizado y que requiere ayuda de un profesional.

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